lunes, 16 de abril de 2007

Coloquio -Seminario sobre “El sinthome”- 29 de marzo de 2007

Título: “Manera de una psique sin cuerpo”

Autor: Guillermo A. Belaga

1. Introducción

El presente trabajo intentará plantear una investigación tomando las siguientes definiciones de J. Lacan; en una dice: “Relacionarse con el propio cuerpo como algo ajeno es ciertamente una posibilidad que expresa el uso del verbo tener. Uno tiene su cuerpo, no lo es en grado alguno”. En conexión, con el concepto del sinthome como “acontecimiento corporal”.
Hace tiempo, empezamos a ver que había otra lectura de la clínica,
-cuando orientados por un trabajo de J.A.Miller-, aparecían como una sospresa, las enfermedades de la mentalidad.
Así, la paciente Mlle B. presentada por J. Lacan en la época de este seminario, le permitía afirmar que no tenía “la menor idea del cuerpo que tenía que meter bajo su vestido”, que “no había nadie para habitar la vestimenta”, y que sus identificaciones no se habían precipitado en un “yo”. Así, el caso demostraba un “imaginario extraviado sin yo, espejo enganchado en todas partes, pero captado por nada, pura mentalidad desvergonzada. No hay significante amo y, a la vez, nada que venga a darle el lastre de alguna sustancia, no hay objeto a que llene su paréntesis”.
A partir de esta enseñanza, se instaura un estudio de las psicosis más centrado en la clínica de la alucinación, donde se hacen evidentes esos pacientes que no padecían de una “enfermedad mental seria”, y que testimoniaban del parasitismo del lenguaje.
Pero, simultáneamente aparecía que a diferencia del caso Schreber, aquellos enfermos que enseñaban sobretodo por sus embrollos con la lengua, por sus fenómenos clínicos; no lo hacían tanto por las soluciones encontradas.
Cuestión por la que Lacan recurre a otras referencias: la forma en Joyce del abandonar la relación con el propio cuerpo, dice en el seminario, “resulta completamente sospechosa para un analista, porque la idea de sí mismo como cuerpo tiene un peso”; solución que caracteriza al ego joyceano. Y que justamente, es lo que contrasta con los casos que presenta, donde verifica la disyunción entre el parasitismo del lenguaje y el cuerpo, y lo insuficiente de la consistencia del propio cuerpo.
Entonces, siguiendo la operación de Lacan, tomaré como referencia a Macedonio Fernández quien muestra que el lenguaje: no existe como estructura, que puede ser deshecho por el empuje de la lengua. Y también de qué manera el cuerpo es aquello que hace objeción al sujeto.

2. Macedonio Fernández: Maestro de la Paradoja

Jean-Claude Masson -conocido poeta y traductor de autores latino-americanos-, en su presentación de la edición francesa del “Mundo de la Novela de la Eterna”, compara a Macedonio con Joyce.
Se sabe que Macedonio “se pasó la vida escribiendo”, pero a su vez publicó en pequeñas dosis, con reticencia o distraídamente. Por ejemplo, una parte sustancial del “Museo” fue compuesto entre los años 1920-1930, lo siguió escribiendo hasta que finalmente poco antes de su muerte (en 1952), desparrama frente a su hijo el enorme fajo de hojas que formaba la novela, mezcla las hojas y las apila otra vez, como en un juego de cartas. Luego de este episodio, hubo que esperar quince años, para que se publicara; fue el tiempo que le tomó a Adolfo de Obieta reconstituir y ordenar ese rompecabezas, siguiendo lo que fueron presumiblemente los planos de su padre.
En relación a su trabajo, Masson, confiesa que por momentos ha tenido que contenerse para no tratar de desmentir, de amansar la prosa de Macedonio: su bosque conceptual, su lógica alucinatoria y su jungla de juegos de palabras, y en este sentido, recuerda que el propósito de Joyce era nada menos que el de terminar con el inglés “tal como se lo habla”. Socavando la anglicidad en sus fundamentos mismos, al cuestionar lo que hay detrás del orden lingüístico, detrás de lo arbitrario de la lengua. Así, para Masson, lo que Joyce ha hecho con la lengua inglesa, el argentino lo ha realizado con el castellano.
Por último, comenta que los textos de Macedonio se encuentran atestados de alusiones a la filosofía, luego, a la psicología con su adhesión a las ideas de William James. Y por último, la pasión por la política en sentido amplio.
Finalmente en su biografía, destaca un hecho fundamental: la prematura muerte de Elena -su compañera-, en donde aparece un quiebre en su vida.

3. Macedonio Fernández y el sueño americano

Así, titula su artículo el filósofo Rubén Ríos, publicado en un número reciente de “La Biblioteca”, revista de la Biblioteca Nacional, en el que aborda el intercambio epistolar entre Macedonio y William James tomando en cuenta dos cartas: en una, le comunica a J.L. Borges que lo que le preocupa “es la Metafísica; es decir redondear a William James”. Y más tarde, por 1942, a Eduardo González Lanuza donde le dice: “yo retengo la pretensión de completar a James que lo supo todo salvo un casi que yo creería poder llenar; usted conocerá mi (...) adición sola, no síntesis, a lo que faltó mínimamente a W. James”.
Al respecto, estas comunicaciones expresan la recepción de James por Macedonio, a quien llama “el mayor psicólogo de todo tiempo y filósofo de la emoción, del pluralismo y del pragmatismo” (1929), “mi total maestro” (1944). Refrendando que: “hallo en su ejemplo estímulo a seguir mi gusto igual al suyo”.
En resumen, hallamos por un lado el gusto de Macedonio, que encuentra y elogia los textos de James, y por otro, el “completar”, sumarle un “casi” que falta impulsando un suplemento mínimo a la psicología y al pragmatismo de William James.
Brevemente, W. James (1842-1910) fue el autor de importantes obras
-todavía citadas-, como: los “Principios de Psicología” (1890) y sus conferencias de 1906, sobre “Pragmatismo”, que influenciaron en forma determinante el campo de la psicología y la filosofía. A partir de sus “Principios”, será considerado el precursor de la psicología funcionalista americana, y muchos de sus capítulos serán parafraseados, recreados y harán eco en los escritos de Macedonio.
En este sentido, refiere que William James se ha interesado por: “mi teoría psicológica de la Especificidad, original mía, que, parece singularmente le impresionó. La impugna, pero queda en observaciones ad hoc (...) pues yo negaba la pura especificidad estimándola aperceptiva”.
De esta manera, se deja traslucir una primer diferencia: la tesis que Macedonio tiene de la sensibilidad. En la que sostiene que no existe lo específico en el orden de los sentidos, haciendo una objeción a W. James con respecto a la concepción del Yo, a la subjetividad, y a la conciencia. Al respecto dirá: las páginas en “que expuse mi tesis negando la especificidad sensorial, nacieron de un ensueño del que no supe al despertar si estaba tejido con imágenes visuales (pasaje de una novela o escena visual de la vigilia) o auditivas”.
Su lectura de las sensaciones que cuestiona al sujeto clásico, recuerda lo escrito por Lacan en “De una cuestión preliminar” a partir de la clínica de las psicosis. Ahí, su enfoque crítico, consiste en partir del perceptum, admitiendo su primariedad en la percepción, en “donde el sujeto muestra todas las paradojas de las que es paciente en esa percepción singular”. En suma, subraya que el significante aislado, al imponerse como voz áfona, no tiene nada que ver con la modulación sonora, y por lo tanto no se debe confundir con ningún sensorium.
Más tarde, recuerda Miller, esta autonomía del perceptum, se conectará con la lingüistería, es decir otra forma de empleo de la lengua.
En Macedonio, encontramos resonancias con esto, cuando afirma un “almismo ayoico” que tiene como única realidad lo Psíquico. Psyché sin sustancia, a partir de que las sensaciones “nos son impuestas sin que sepamos de dónde vienen” y en dónde también cuestiona a James porque remite el cuerpo a lo sensible.
Interrogante, que establece otro contacto con éste, pero esta vez con el “Pragmatismo”. Recordemos que fue este autor el que estableció el gran principio pragmático: “un significado que no sea práctico es, para el pragmático como si no existiera”. Así, Macedonio dice ser un “empirista radical”, y que su teoría actúa “directamente sobre cierta parte de la Materia, del Mundo, poquísima; es nuestro cuerpo, y de este cuerpo muy poca parte…”.
En este sentido, G. García comenta, que para Macedonio es su cuerpo lo que lo separa de Elena y no la muerte lo que a Elena lo separa de él. Incluso sostenía que “morir para él era sacarse el sobretodo”.
En la obra de Macedonio se halla un vaivén entre los ensueños (comparables a las epifanías joyceanas) y la escritura. Entonces, entre sus soluciones se interceptan la escritura como un medio para procurarse una identidad, y el amor como modo de enlazar un cuerpo: “y solo porque ella quiere sonreír una última vez a su amor, compongo este libro que no necesitamos”. También, dirá: “Anhelo que me animó en la construcción de mi novela fue crear un hogar, hacerla un hogar para la no-existencia, para la no-existencia en que necesita hallarse Deunamor”.
Es aquí donde aparece “Deunamor”, una creación que se inspira en sus “ensoñaciones”, y como explica a partir del “deceso de su esposa, a quien aparecía amando inmensamente, (…) poco a poco, Deunamor fue perdiendo su sensibilidad, hasta quedar reducido a un cuerpo sin conciencia”.
Por su lado, Rubén Ríos, también coincide que esta acción que le permite materializar este “poquísimo” de cuerpo, es una instrumentalidad pragmática orientada más allá de lo útil. Como insinúa Macedonio: “todo es posible”, dado que la psyché “no responde a ninguna ley”, es únicamente la praxis del lenguaje nombrando o describiendo el acontecer errático del mundo. Con lo que el “hombre” tiene que asumir la tarea -que le vendría impuesta- de “hacer” el mundo describiendo lo que aún no tiene nombre. A esta tarea Ríos la formula como el “nominalismo de la sensibilidad” de Macedonio Fernández, y quizás, tomando en cuenta un “Poema de Poesía del pensar”, dedicado a Jorge Luis Borges, denomina su lógica como pragmatismo poiético (de poíesis: “invención”, “creación”) o pragmatismo mitopoético del acontecimiento.

4. El “acontecimiento del cuerpo”

“Manera de una Psique sin cuerpo”, es el título de un texto –que inspira esta intervención- en donde Macedonio enfatiza, que:
“Mantente en el Misterio, lector. Para la Psique no hay el “en”, no está en el Cuerpo.
Y en un cuerpo pueden manifestarse y recibir estímulos dos Psiques tan extrañas una a otra como las que se manifiestan mediante dos cuerpos.
Y esta experiencia es suficiente para iluminar la no-dependencia: la transparencia de la Psique en los Cuerpos”.
La noción de síntoma “en lo que es: acontecimiento de cuerpo, ligado a lo que se tiene ”, fue subrayada por J. A. Miller de la intervención que hiciera J. Lacan (el 16 de Junio de 1975) en la sesión inaugural del Quinto Simposio Internacional James Joyce.
El hecho de que “el síntoma no está en el cuerpo” sino que está situado como “acontecimiento de cuerpo”, señala Eric Laurent, es el modo en que J.Lacan lo vincula a los “incorporales”. Interviniendo en lo que había señalado años antes G. Deleuze sobre el pensamiento de los estoicos y su distinción entre cuerpo e incorporales; donde oponían el espesor de los cuerpos, a acontecimientos corporales que tenían lugar únicamente en la superficie. Así los “incorporales”, no son cualidades y propiedades físicas, sino atributos lógicos o dialécticos (relacionados esencialmente al lenguaje). No son cosas o estados de cosas, sustantivos ni adjetivos, sino verbos, acontecimientos: resultados de acciones y de pasiones.
En síntesis, el acontecimiento es expresado siempre por un verbo, no es un ser, sino una manera de ser, y Deleuze lo ejemplifica distinguiendo que un árbol puede ser verde, pero diferente es cuando el acontecimiento incorporal en la superficie resulta en que el árbol verdea.

5. Una lógica de bolsa y cuerdas

En el final del Seminario, Lacan va a proponer ante la disyunción, “una lógica de bolsas y cuerdas” para anudar el lenguaje con el cuerpo.
En su “Nota paso a paso”, J. A. Miller retoma esta clase, y formula los alcances de la articulación de Lacan del cuerpo sin órganos, el cuerpo conjunto vacío, el cuerpo bolsa, su ex-sistencia, respecto a las cuerdas del lenguaje que lo atraviesan alrededor de un agujero.
De este modo, podríamos estudiar en la clínica cotidiana, siguiendo la tesis según la cual venimos al mundo con un parásito, ciertos fenómenos clínicos que dan cuenta de la categoría de lo real y que surgen en el borde del sistema del lenguaje. Y desde esta premisa, verificar como las cuerdas (el elemento significante, el rasgo unario, el S1) están allí para anudar la bolsa, para articularla al agujero.
Así, podemos situar que en el trauma en general, o en el “ataque de pánico”, con su “miedo súbito a morir”, presentaciones que dan cuenta de un agujero en el interior de lo simbólico, donde el cuerpo se presenta como lo imposible de soportar, un primer gesto terapéutico, consiste en orientar al sujeto en sus dichos para que logre una “legibilidad” del S1, para que produzca el S1 que ordene su palabra y su ex -sistencia.
Por otro lado, en la alucinación, ante las “palabras impuestas”, frente al “eco del pensamiento”, el sujeto experimenta dramáticamente que no se puede salir más del lenguaje, que algo infecta sin un orden, sin una ley.
Al respecto, frente a esos “unos” separados en disyunción, la psicosis enseña con sus soluciones a la clínica de las neurosis. Una de ellas surge por la vía del amor, como muestra “Deunamor”, la invención macedoniana. Esta se acerca a lo que J. A. Miller define en la perspectiva del sinthome: que el amor, es lo que puede hacer mediación entre los unos solos, es una manera de fabricar sentido a partir de un goce que es siempre parasitario.
Para concluir, en una entrevista, Borges relata que el amor fue un tema de conversación con Macedonio: “Yo tuve una discusión con Macedonio Fernández, ya que Macedonio negaba el yo, él ponía el amor como supremo, y yo le decía: “bueno, ¿entonces quién se enamora si no existe el yo? Él decía “el yo no existe” (…). Pero entonces, ¿por qué tanta importancia al amor? Macedonio pensaba que la pasión es hermosa, más allá de que existan personas. No he entendido bien eso, -finaliza Borges- no sé si Macedonio lo entendía”.

2 comentarios:

Nilda Hermann dijo...

Colegas y Amigos:
leo con alegría que este exelente artículo de Guillermo Belaga está publicado!
Y que "tenemos" un blog, donde inscribir los productos de nuestra transferencia de trabajo!
Saludos
Nilda

Emilio dijo...

Sería interesante que podamos hacer un contrapunto de este trabajo que nos brinda GB, con la última presentación de enfermos, donde queda explicitado el lugar del amor en esta sujeto.
Otros aspectos que pueden sernos útiles a la hora de investigar el problema del amor y las psicosis es la melancolía amorosa. Allí se mezclan la pasión, la estética y el amor muerto que relata Lacan respecto de la psicosis.
EV