lunes, 7 de mayo de 2007

Formas de intervención en la institución

Formas de intervención en la institución

Modalidades y Lógica: objeto a en la experiencia analítica aplicada a la
organización

“Aguardo pero no espero nada”,
es decir,
“no esperen la resurrección del cuerpo”[1].

Febrero - abril de 2007


1. Hacer equilibrio, cansa. Es un ejercicio en que el cuerpo es puesto en constante resistencia. Los músculos, en juegos de tensión y distensión, contracción y alargamiento, permiten que cada instante sea logro de no caída, cosa que paradójicamente se sostiene sobre un fondo de pérdida. En todo caso, se trata de algo que se acerca a cierta “proporción”, en ausencia de ecuaciones y balances perfectos.
Por eso, entendemos que hay momentos de franca “ida”-”venida”, para un lado u otro, dentro - fuera de la organización.
En el juego, el éxtimo pertenece a algo, pero no todo; está fuera, pero no todo; ni dentro ni fuera, pero dentro o fuera... dentro – fuera, en otra parte… ¿en la a-parte?
Ahí, entre Una y Otra dimensión, sin ser la tercería, se logran instantes de captura que hacen valer el esfuerzo que es de por sí extraño, porque sus consecuencias acaecen siempre que no se las espera, “cuando no se trabaja” para eso.
Este flash, que es luz del instante, conmueve, tiene efectos.
Su ausencia (puro automaton) comporta también consecuencias, porque aquel ciego por la oscuridad no hace más que redoblar efectos de enajenación.


2. La figura del surfing se presta bien a lo que intento transmitir. Hay una ola – con pared, labio, hombro, que hace tubo[2]… –, en que el deportista se sostiene, por efecto de una compleja e intrincada relación de diversas variables, que van desde su pericia motriz, emocional y cognitiva, pasando por elementos de tablas y aguas. En esta línea, no es cuestión de precálculo de coordenadas lo que “hace para uno el día”.
La poesía en el surfing, si es que podemos hacer de eso un “divino detalle”, lo daría el momento en hay para el sujeto un “soltarse”, un fugarse – que no es arrebato, que no es rapto –, cuando lo que aparece es otra cosa. Ahí se conecta, o mejor, se desconecta: “crack”.

3. Puede uno decir que hay buenos y malos “cracks”, con lo que podríamos en dado caso proponer una escala de valores. Que lo diga la niña, esa paciente que en el curso de su trabajo clínico comienza a hacer de la angustia un “afecto efectivo”, esto es, que no engaña, a ella. En consecuencia para, se detiene, en un punto justo, y antes de zozobrar en lo horroroso. ¿No se constituye, en las coordenadas de este rasgo, un punto límite, plausible de ser estación de espera, y en este sentido muerte de aquella chispa de poesía? ¿Es que acaso, mientras el sujeto se constituye respecto a referentes renovados, anula toda posible aventura transportada por aquello que sorprende? ¿Cómo es que aún a la luz del día somos sorprendidos por preciosos destellos?

4. En este contexto hacemos de las frases de Miller cuestiones ajenas a lo obvio. Por eso son causa de trabajo. ¿Cómo? En su clase del 21 de marzo de 2007 – que encontramos en el AMPBlog –, el analista dice: “Aguardo pero no espero nada”. ¿De qué se trata este “dar tiempo”, sino de una postergación, con cierto tinte de confianza, en que justo un anhelo puede hacerse efectivo? Si esto es así, todo momento en que el analista dice no esperar nada (dichosa objetividad), no es más que un campo plagado de fantasmas, sus vicios y perversidades.
Así, y en nombre de falsas desprevenciones y autenticidades, se convierte en pretendiente de Nada, con lo que hace de ella Algo. La dificultad está más que demostrada en la clínica, cuando el analista, entre más “espera nada”, hace de la “nada” un objeto de espera.
¿Qué quiere decir aguardar (attend) sin esperar (espère)?
Dicen que aguardar es “sostener la esquina”, “pasear la calle”. También hace referencia a respetar, guardar (“advertir y avisar a alguien que se aparte del peligro que le amenaza”), detenerse[3]. Entonces, todo aquel que aguarda lo haría respecto a una referencia, es decir, hay finitud. Pero ¿de qué está hecha esta referencia, esta señal? La materialidad de este límite es distinta a la materia usada en la planificación mecánica y estandarizada aplicada en masa. Se trata de un ingrediente que provee, para el acto analítico, ciertas condiciones que permiten al ser humano saberse mortal. En esta línea se trata de una dimensión distinta a aquella que aporta la Eternidad, porque se hace del “no cesar de no” la semilla del no-dormirse-el-deseo.
Se trata, nos dice Miller, de la alternativa a la sedación, medicamentosa o no, hidropónica, u orgánica.
En consecuencia es correcto proponer el “recomienzo” como orientación de una política del pase, en la formación del analista.
En esta línea, “hacer equilibrio”, por el constante “no cesar de no”, diferente a “de una vez para siempre”, es una localización útil en la orientación de la práctica institucional, toda vez que en su fondo se preserve un real. Por esto, en vez de “hacer equilibrio”, la cuestión merece reformularse como un “estar haciendo equilibrios”… Pero, nuevamente, ¿cabe esto como fórmula de fantasma “analítico”, a partir del cual espera algo? ¿Cómo escapa el analista a lo que de fantasmático otorgan los conceptos (de doctrina analítica o “subjetiva”), a la hora del “acto analítico”?

5. Ahora, si he hablado de cansancio no es para referir una cuestión insoportable. En medio del trabajo constante para un momento de sostén en la cuerda (floja) existen puntos fugaces, que permiten cierta captura de un trozo de motivo (léase causa).
Así, lo que parecía agotamiento, desaparece de pronto bajo un manto que cubre y a la vez empuja (motiva) al sujeto. Esta cosa es sentida a posteriori como entusiasmo, que resulta en nivel equivalente a aquella mudanza que va desde el desfallecimiento a la viveza, desde el sueño al despertar.
¿Cómo hacer eficaz esta captura (del punto fugaz), si al nombrar algo de la nada, se pierde ya su carácter “nadífico”? ¿Cómo plantear que siendo semblante, hay algo del significante que permite cierto aprisionamiento de sentido que implica algo de real, del vacío del objeto?
Justamente por este recomenzar se logra lo que la angustia y el síntoma implican: “lo que no cesa de girar en redondo, no cesa de escribirse”, siendo una “conexión necesaria que transporta sentido a lo real”. En esto el síntoma “es la infracción sintomática” (digo: contravención simbólica), porque conserva un sentido en lo real, que no es dato Universal (lo que asociamos con el tema del Tipo Clínico[4])

6. En línea de conservar un sentido en lo real, tenemos la interpretación, pensada desde “lo simbólicamente real”, es decir, no concebida como un significante particular. Más bien, se trata de “un modo nuevo, un modo de existencia nuevo del significante, al menos un nuevo uso del significante que no tendría, como lo real ninguna especie de sentido”. De allí su referencia a la poesía, en tanto “solo la poesía permite la interpretación”, cuyo efecto de sentido está atado, de manera indefectible, a un “efecto de agujero, un vaciamiento”, que a su vez la hace adecuada al tema del objeto.

Presento para su consideración el siguiente material como efecto de un deseo de dar lugar y reordenar (luego de un control previo) a lo que ha sido hasta hoy una experiencia institucional, en un internado para niños de 0 a 18 años de edad.
El modo particular en que me articulo con la organización, así como otros de relación e historia con diversas entidades, son dejados de lado en esta ocasión. Me centro en aquello que me ha hecho pregunta, no solo en términos de la atención clínica en un marco organizacional, si no en particular a lo que implican acciones que en cualquier modo pudieran igualarse a aquella tarea de cualquier profesional “psy”, del campo administrativo, de personal, en logística, entre otros.
Si bien esta confusión puede darse cuando se trabaja en la consulta privada, es en este espacio cuando la pregunta por la práctica se hace más fuerte. Esto me ha llevado a escribir, a ordenar, a presentar y trabajar, acá.

Hay un punto que he considerado, hipótesis a constatar: toda acción da cuenta del estado del sujeto en relación a su Otro.
Aquel que en análisis se encuentra, estará constituido, orientado, por una política particular. De allí que más allá del pensamiento, su hacer deviene destino, o mejor: se revela un deseo vinculado a un destino.

En articulación con aquella estructura jerárquica de la organización, contando con la propuesta de la complejidad (relación entre elementos a modo de células interconectadas, multiconectadas), me sirvo de aquella topología según la cual no hay en el centro más que un vacío, diferente a la nada. Allí, y con un real infinito, al que se define y sobre el que se sigue edificando, está el artefacto-escuela, uno de los semblantes con lo que se “encara” la formación de una vida. Por eso, eso inventado, cuando no hay nada, puede ser propuesto como acción lacaniana.

[…]

Astrid Álvarez de la Roche
psicóloga, analista
NEL - Bogotá
astaldelar@hotmail.com
linksocial@gmail.com


[1]“« J’attends mais je n’espère rien », soit , « n’espérez pas la résurrection du corps »”.
Reseña del curso de J.-A. Miller, extraída en marzo de 2007, del sitio http://ampblog2006.blogspot.com/2007/03/la-orientacin-lacaniana-curso-del.html
Lo anterior apareció en amp-uqbar, mensaje Ten Line News N° 319, del 26 de marzo de 2007.

[2]
Definición de “surf”, del mes de abril de 2007, extraída de http://es.wikipedia.org/wiki/Surf


[3] http://buscon.rae.es/draeI/

[4]
Como puede encontrarse en el 4to Boletín (noviembre de 2006), del III Encuentro Americano (XV Encuentro del Campo Freudiano), a llevarse en agosto de 2007, en Belo Horizonte. El texto puede leerse en http://www.eamericano2007.com.br/eamericano/newsletter/b4esp.htm




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