jueves, 7 de julio de 2011

ENTREVISTA a Guillermo Belaga. Por Viviana Berger*

*colega de Nueva Escuela Lacaniana (NEL) - México

- Me comentabas en Río de Janeiro, que habías retomado la pintura hace un par de años. ¿Qué significa la pintura para ti y qué te hizo regresar a esta actividad?

Es un gusto poder retomar  nuestra conversación que iniciamos en la muestra de pintura en la galería Antonio Berni, de Río. En esa oportunidad como toda charla entre amigos, se tocan temas diversos, interesantes, que las circunstancias no permiten desarrollar. Veamos si ahora puedo explicar mejor. Por un lado, la pintura me acompaña desde la infancia, recuerdo a una profesora  de dibujo que en el colegio me estimulaba mucho. Su iniciativa hizo que participara en una muestra intercolegial, para mi sorpresa me dieron una mención. Calculo que eran los 70 antes de la dictadura, ya que el premio era parte de las competencias deportivas y culturales “Evita”, el nombre no me era ajeno, fue un premio que mantuve en silencio. En mi familia lo hubiesen festejado en tanto reconocimiento, pero no bajo ese auspicio.
Quizás esta charla que me permite recuperar este recuerdo, me hace ver ¡cuánto de borde entre lo decible y lo indecible tuvo siempre la pintura para mí!
En verdad, ya de más grande podría situar dos momentos en relación a la pintura, marcados desde una participación más activa en talleres.
Esos dos tiempos van en paralelo con la relación al psicoanálisis. El primer tiempo es la salida del conflicto de identificaciones, de integrarme a una estética, una inscripción a un grupo, es también el tratamiento de la angustia. Se detiene con la paternidad, es cuando algo del tratamiento del fantasma permite salir del sin nombre que sostiene al Otro. Poder hablar y practicar en nombre propio, no está desvinculado de poder firmar la obra de pintura.
El segundo es muchos años después, lo comenté en un trabajo, “El trauma en el post-analítico”, en las Jornadas anuales de la EOL de 2009.
Ahí decía que después del pase y la nominación como AE: “el post-analítico en los primeros tiempos se orientó siguiendo la política del síntoma: prescindiendo del nombre del padre a condición de hacer uso del mismo.
Años después, ese tratamiento de lo real por lo simbólico encontró su límite ante un acontecimiento traumático. (…)
El acontecimiento de goce puede tener enigmas, incertidumbres, pero es el saber alcanzado anteriormente lo que hace decidir sobre las causas, buscar la combinatoria significante para una nueva salida, creer que esa contingencia tiene la posibilidad de una nueva traducción.
En definitiva, si el trauma puede leerse, es porque él mismo está ya inscripto en un proceso de escritura.
(…)
De este modo, lo traumático resulta ser la irrupción del objeto a que desborda la defensa del fantasma y lleva al fracaso del síntoma como aparato de goce.
Con respecto a la experiencia actual, frente al vacío y la inquietante presencia del cuerpo, los S1 que posibilitaron la legibilidad de la ex-sistencia surgieron del litoral entre saber y goce, ceñido en el anterior análisis y el pase.
En conexión, el “resto” que se transmitió en la hystoria del final y resultaba un punto de capitón para la misma, apareció ahora no sólo como una mirada hacia el pasado, sino también como un hito del post-analítico. Ya que desde ese “resto” se pasa a descubrir un porvenir con puntos suspensivos, según la temporalidad que J. Lacan definía para el síntoma: el tiempo del “futuro anterior”, lo que habré sido, para lo que estoy llegando a ser.
Entonces, la vuelta al análisis, es hacer posible la construcción de esa temporalidad. Encontrándome en una nueva torsión del tiempo de hacer-se al síntoma.
(…)
A partir del acontecimiento de goce, ocurre la inmersión en una nueva secuencia que  llevaría a otra “hystorización” en relación al No todo.
Comprobando con mayor claridad que el orden simbólico se introduce en secuencias, y si bien el fantasma permite volver a un orden de las cosas, ya no tiene el uso ni la pretensión de “totalizar”.
Por el contrario, esta experiencia de lo contingente devino en una “soltura” del fantasma.
Dicha “soltura” implica un régimen que va mas allá del mismo, pudiendo sostener, entre angustia y acontecimiento de cuerpo, la presencia de la voz y la mirada en exceso.”
He resumido los pasajes que me interesan, para poder decir que ahora, a diferencia de la anterior,  la técnica de pintura que elijo es “mixta”  ligada a materiales diversos, abstracta, signada por la contingencia, y permite “atrapar la mirada” pero sabiendo que al mismo tiempo el objeto mirada nunca “ingresará” totalmente en el cuadro… Un tratamiento de un real sin ley.
En ese sentido el trípode que llevé a Río, lo titulé “Acontece”.


-    Me interesa este tema del vacío… eso que excede al significante y que. de alguna manera, el arte articula, circunscribe la Cosa. Hay algo de esto en el cuadro que expusiste en la muestra. ¿Se podría pensar una diferencia entre un afán de organizar el vacío merced a recursos semánticos y  significantes – como por ejemplo, del orden de lo “elaborativo” o sublimatorio, y otro uso del arte, más del lado de lo místico, de una especie de culto o de goce de lo inarticulable como tal?

Tu pregunta me recuerda una frase de Lacan de 1975: “Explicar el arte por el inconsciente es muy sospechoso (...) sin embargo explicar el arte por el síntoma es más serio”.
Como verás, con esta frase Lacan toma distancia del método freudiano de explicar el arte por el sentido, lo que suponía igualar la obra a una formación del inconsciente.
Mas bien, tomando el agujero del trauma -al que hice referencia-, lo que se desprende como novedad es un cambio conceptual en el cual el lenguaje y su estructura en tanto articulación S1 -- S2 -como definición del inconsciente- pasan de ser inicialmente tratados como un dato primario, a aparecer como secundarios y derivados.
Será el concepto de no relación lo que funda esta nueva etapa, partiendo de tres disyunciones: no-relación entre el hombre y la mujer (“no hay relación sexual”), no-relación entre el significante y el significado (y la referencia está fuera del alcance), no-relación entre el goce (del cuerpo propio) y el Otro.
Por lo tanto, la estructura comportará agujeros que solo la práctica irá a colmar, ya sea por rutina, encuentro o invención. Dando lugar para lo nuevo, para una articulación a posteriori, para conectores: el Nombre-del-Padre, el falo, o el amor, como tratamiento de lo real sin ley, sabiendo de lo irremediable de la fuga de sentido.
La obra de arte anticipa esto que después el psicoanálisis conceptualiza.

-    ¿Cómo piensas la relación del arte con “el despertar a lo real”, si es que podemos pensar alguna relación?


Me permito responderte con otra cita de un artículo que escribí para la revista Virtualia, que se conecta con lo ya dicho: “Entonces (…) si bien se pudo hallar en el propio análisis momentos de creación, hasta manifestaciones artísticas ligadas a encrucijadas de la vida como la paternidad. Incluso, con la resolución de un viejo síntoma que comprometía el cuerpo. Aún así, cuando el acto de hacerse un nombre frente al otro pueda ser el signo de la salida de una inhibición, esto no significará el despertar a lo real.
Es que como indica la experiencia, el nombre propio, el nombre del padre, no permite designar lo que hay de vivo en el sujeto. Lo designa, pero lo designa como ya muerto. Y aunque pudiera haber un entusiasmo en el uso de la firma, esto no permite situar una relación de ruptura, de salto, con el inconsciente intérprete.
En cambio, en lo particular, la invención se encarna en una pincelada, en un gesto de la mujer en que se cree, lo que conlleva una inscripción del goce y  presentifica otra relación al objeto pulsional que se presenta en exceso, mas allá de la castración. 
Entiendo, la obra de arte como trazo y vacío, enmarcados por significantes que no son parte de la combinatoria del Otro. No espera un agregado de sentido, al contrario se soporta poner un final, cuando se siente una satisfacción y a la vez se tiene el sentimiento que la misma queda “intotalizable”. Por eso en mi caso se sigue pintando.

- Finalmente, ¿cómo te ha resultado la experiencia de compartir tu arte en el seno de la comunidad analítica? 

A los colegas de la organización del ENAPOL les expresé mis felicitaciones por haber tomado esta gran iniciativa. Además, en un lugar tan bello y adecuado como la galería Berni. ¡Fue una alegría! Permitió que el afectio societatis propio del Campo Freudiano se extendiera a otros campos conexos como el arte. Me entusiasmó aun más venir a Río. Y desde lo particular, mirando las obras de mis colegas, tan diversas, cada una con su rasgo, una vez más afirma que el tratamiento del síntoma es uno por uno; esta muestra lo puso en acto.





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