martes, 13 de enero de 2015

Sobre la tragedia y la comedia

Por Guillermo A. Belaga


“La víspera, dos palabras dudosas lo habían detenido en el principio de la Poética. Esas palabras eran tragedia y comedia (…) nadie, en el ámbito del Islam, barruntaba lo que querían decir”.
La Busca de Averroes, J.L. Borges en El Aleph (1949)


Este texto breve, surge a partir de las lecturas de otros textos que ayudaron a leer en estos días la cruel noticia del asesinato de los integrantes de la redacción de Charlie Hebdo.

1. Jorge Luis Borges, en su trabajo sobre Averroes da cuenta del obstáculo que este encuentra en la traducción y comentario de Aristóteles. Especialmente, dice, mientras escribía su obra Tahafut-ul-Tahafut (Destrucción de la Destrucción), se encontraba más preocupado por resolver la noción dificultosa de esas palabras. Así, luego de un bello desarrollo llega a la conclusión que: “Aristú (Aristóteles) denomina tragedia a los panegíricos y comedias a las sátiras y anatemas. Admirables tragedias y comedias abundan en la páginas del Corán”.
Resulta interesante comprobar que en esta definición no se trata de sinónimos, más bien parafraseando a J.A.Miller de diferentes universos de discurso.
Buscando entre los usos y  significados de panegírico se encuentra: “Discurso en el que se alaba a alguien, especialmente el que se hace honor a un santo”. Al parecer en el siglo IV la literatura hispanocristiana contó con cultivadores ilustres, como el papa San Dámaso, autor de panegíricos de santos y mártires.
Mientras tanto, la sátira se caracteriza por expresar indignación hacia alguien o algo, con propósito moralizador, lúdico o meramente burlesco.
Por último, el anatema, puede significar “excomunión o exclusión de una persona católica de su comunidad religiosa y de la posibilidad de recibir los sacramentos, dictada por la autoridad eclesiástica competente”, como también: “condena moral, prohibición o persecución que se hace de una persona o de una cosa (actitud, ideología, etc.) que se considera perjudicial”.

2. En su texto “El retorno de la blasfemia” (publicado en Le Point, el sábado 10 de enero) Jacques-Alain Miller subraya “que la era de la ciencia no hizo desvanecer el sentido de lo sagrado” sino que por el contrario el mismo tiene una presencia, si bien no  real, sí como hecho de discurso, con la fuerza de hacer que “se mantengan unidos los signos de una comunidad”, un orden simbólico cuyo reverso sería el caos. Este régimen del discurso amo, ya fue descripto por Miller en una conferencia de 2004 titulada “Una fantasía”, como una resistencia del “lado Islam de la civilización”, una distancia a la civilización hipermoderna, a lo que justamente tiene como su brújula, el objeto a.

3. En un artículo en Pagina 12, del 11 de enero titulado “Occidente y las imágenes” su autor Horacio González,  se lamenta por los hechos y denomina a los integrantes de Charlie Hebdo como “modernas víctimas de la lucha por las imágenes”. A partir del texto, donde pone en consideración que estamos “frente a la encrucijada de las imágenes”, se podrían extraer algunas cuestiones: la preferencia por la prohibición de las imágenes figurativas por parte de los musulmanes en los lugares sacros, no exclusiva de los mismos, pero dato imprescindible a la hora de evaluar las consecuencias de “Dibujar a Mahoma”.
La afirmación de Heidegger respecto de que en “Occidente” el fenómeno fundamental de la Edad Moderna “es la conquista del mundo como imagen”.
Cuestión que debería ser leída a partir de lo que J.Lacan definió como “discurso capitalista”, y el nuevo orden que introduce con el dominio de la Técnica y el Mercado.
Por último, citaremos otra frase del artículo: “el desafío simbólico de los dibujantes era respondido por una materialidad de la muerte que generaba otro tipo de imagen”.
En relación a esa escena transmitida en forma planetaria del policía herido,  que mira al agresor que culmina “su tarea con cruel facilidad: los dos disparos de la Kalashnikov”.

4. La “Imagen Reina” es una célebre frase acuñada por J.A.Miller en ocasión del V Encuentro Brasileño del Campo Freudiano (Río de Janeiro, 1995).
En la conferencia de apertura, demuestra como las imágenes reinas se coordinan con el goce del sujeto, a partir del fantasma, “son el lugar donde lo imaginario se amarra al goce”.
El Fantasma como frase-imagen, donde predomina un movimiento repetitivo siempre cerrado sobre sí mismo, es un gran hallazgo del psicoanálisis.

5. La lógica de la cura que implica la experiencia del análisis, quizás una de sus grandes distinciones, es la posibilidad de un tratamiento de esa fijeza, que resulta en lo que Lacan llamó atravesamiento del fantasma.
Las “servidumbres voluntarias”, descriptas por primera vez por Etienne de La Boetie, y aludidas expresamente en el texto de J.A. Miller de Le Point del 11 de enero “La ilusión lírica”, se enriquecen con la teoría del fantasma, que las sostiene, aún más, con la teoría del superyó como exigencia y compulsión.

6. Como conclusión, para el psicoanálisis queda la posibilidad de dar a conocer que partiendo de la neurosis como falta de ironía, se puede arribar en su tratamiento de lo real a ser serio y cómico, irónico y radical.


Occidente y las imágenes

Por Horacio González


http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-263704-2015-01-11.html

La ilusión lírica

por Jacques-Alain Miller
 
Desde Paris, este 11 de enero de 2015, por la mañana



 

¿Quién lo hubiera creído? ¿Quién lo hubiera dicho? Francia de pie como un solo hombre, o una sola mujer. Francia que se ha vuelto o vuelve a ser una. La República, valiente, intrépida, eligiendo la resistencia. ¡Fin de los autoreproches! Los franceses salen súbitamente de su depresión, de sus divisiones, e incluso, si le creemos a un académico, se han vuelto "los soldados del An II". Los franceses causando nuevamente la admiración del mundo. Y el presidente Hollande, balanceando la cabeza, recibiendo con su aspecto de primer comulgante a unos pocos hombres que tienen en sus manos el destino del planeta.
¿Por qué precipitarse a París de este manera? Se creería que vienen a reabastecerse y a reavivar su poder, legitimarlo, darle lustre. El mismo planeta casi unido, unánime, recorrido por un mismo estremecimiento, como formando una sola multitud, presa de una pandemia emocional sin precedentes, con excepción tal vez del Día de la Victoria que puso fin a la Segunda Guerra Mundial, la Liberación de Paris, el 8 de mayo de 1945.
Francia, la humanidad, parecen que ya no son más abstracciones, parecen encarnarse, encarnarse frente a nuestros ojos, en nuestros corazones, en nuestros cuerpos. Entonces habremos conocido a "la ilusión lírica". Imposible ubicarse sin Freud y su Massenpsychologie, o incluso su doctrina de la cura. El acontecimiento produce un corte; reconfigura al sujeto, o más bien lo hace emerger bajo una forma inédita. Sin embargo, las Bolsas, hasta el momento, no se han movido, a diferencia del 11 de septiembre. Ahora bien, es eso lo que oficia hoy como prueba de lo real. Mientras ellas no registren la sacudida, estamos en lo imaginario.
Todo fue puesto en movimiento por tres hombres, ni uno más, que dieron su vida en nombre del Profeta. Sin embargo, para cubrir este entusiasmo universal, no es su nombre sino el de Charlie el que surge en su lugar. ¡Charlie! Una página semanal que desde antes que su redacción fuera exterminada, ya estaba agonizando por falta de lectores. El residuo, el desecho de una época del humor superado desde hacía mucho tiempo.  Es allí donde verificamos lo que enseña el psicoanálisis, la potencia que oculta la función del resto. Charlie muere asesinado el miércoles; el domingo resucita. Su transformación, su sublimación, su Aufhebung, en símbolo universal. El nuevo Cristo. O para conservar la mesura, el Here Comes Everybody de James Joyce. 


 

Debemos este efecto a los tres djihadistas, esos caballeros del Apocalipsis, esos soldados de lo Absoluto. Habrán logrado esto: aterrorizar, causar pánico a una buena parte del planeta. Como lo escribía ayer en un tweet ese viejo pícaro de Murdoch, «Big jihadist danger looming everywhere from Philippines to Africa to Europe to US». Cada uno abrigará su miedo y sublimará en el ardor detrás del número. El número es la respuesta democrática al Absoluto. ¿Tiene peso?
Ninguna religión magnificó la trascendencia del Uno, su separación, como lo hizo el discurso de Mahoma. Frente al Absoluto, ni el judaísmo, ni el cristianismo, dejan sola a la debilidad humana. Ofrecen al creyente la mediación, el auxilio de un pueblo, de una Iglesia, mientras que el Absoluto islámico no se mitiga, continua desenfrenado. Es el principio de su esplendor. La certeza está de su lado, mientras se disputan la definición del Judío, las Iglesias protestantes se pelean, el Vaticano mismo es alcanzado con dichos como que el papa tiene "un Alzheimer espiritual". Otro académico intima al Islam de someterse a la "prueba de la crítica" para alcanzar su verdadera grandeza. En efecto, todo está allí. Cuando las gallinas tengan dientes…
Cuando nos manifestemos, como lo haremos en algunas horas, nos dirigiremos a una potencia a la que se trata de doblegar. Los cortejos que en un rato van a converger en la plaza de la Nación, no lo saben, pero se preparan para celebrar al amo de mañana. ¿Cuál es? "Pero me dirán, vamos, acabamos de honrar a la República, a las Luces, a los Derechos del Hombre, a la libertad de expresión", etc., etc. ¿Creen ustedes verdaderamente, respondería, al Sr. Putin, al Sr. Viktor Orban, a los Grandes de este mundo solidarios de estos "valores"? Es mucho más simple. Solo tienen un valor: el orden público, mantener el orden. Y en esto los pueblos acuerdan con ellos. El soberano bien es lazo social. No hay otro. Se honra a las víctimas, sin duda. Pero ante todo y en todas partes, se cuenta con la policía.
¡Pobre Snowden! Sí, queremos ser vigilados, escuchados, espiados, si la vida tiene que ser a ese precio. Abalanzarse a la servidumbre voluntaria. ¿Qué digo voluntaria? Deseada, reivindicada, exigida. En el horizonte, el Leviatán, "Pax et Princeps". En una época fue Roma, señalaba hace tiempo Ronald Syme, o incluso los republicanos consideraban como un mal menor "submission to absolute rule". Houellebecq tiene razón en este punto: la tendencia, hoy, contrariamente a las apariencias, no es la resistencia sino la sumisión.

 Traducción: Silvia Baudini


El retorno de la blasfemia
 
por Jacques-Alain Miller
 
Dicen: "Son unos bárbaros”. Sin duda. Sin embargo ese terrorismo no es ciego en absoluto, tiene los ojos abiertos, está dirigido. No es mudo. Grita: “¡Hemos vengado al profeta Mahoma!”.

A fines del siglo pasado imaginaban que nociones como blasfemia, sacrilegio, profanación, no eran más que vestigios de un tiempo pasado. Nada de eso. Debemos constatar que la era de la ciencia no hizo desvanecer el sentido de lo sagrado; que lo sagrado no es un arcaísmo. Sin duda no es nada real. Es un hecho de discurso, una ficción, pero una que hace que se mantengan unidos los signos de una comunidad, la piedra angular de su orden simbólico. Lo sagrado exige reverencia y respeto. A falta de lo cual se produce el caos. En su momento Sócrates fue invitado a beber la cicuta. En ninguna parte, nunca, desde que hay hombres y estos hablan, fue lícito decir todo.

Excepto en el psicoanálisis, experiencia muy especial, explosiva, que está solo en sus comienzos. Excepto en Estados Unidos, pero la libertad de palabra garantizada por la Constitución se encuentra limitada por un sentimiento muy particular de decencia. Es así que la gran mayoría de la prensa se abstiene de reproducir las caricaturas de Mahoma por consideración al “gran sufrimiento” de los musulmanes. El mismo principio que para lo “políticamente correcto”. El afecto doloroso señala que la libido está ahí en juego. Si lo sagrado no es real, el goce que se condensa en ello sí lo es. Lo sagrado moviliza éxtasis y furores. Se mata y se muere por ello. Un psicoanalista sabe a lo que se expone cuando cosquillea en el otro “el imposible a soportar” (Lacan). Por eso Baudelaire cita a Bossuet, “El Sabio solo ríe temblando”, y asigna a lo cómico un origen diabólico. Ahora bien, ¿qué otra cosa sino la risa fue el principal operador de las Luces? Maistre habla del “rictus” de Voltaire, Musset de su “repugnante sonrisa”. Las doctrinas de la tradición no fueron refutadas, señala Leo Strauss, sino expulsadas por la risa.

Charlie Hebdo era entre nosotros como el testimonio de esta irrisión fundadora. Cabu, Charb, Tignoux, Wolinsky, no estaban destinados a ser de la partida del caballero de La Barre. Desde 1825, nadie trató entre nosotros de restaurar una ley sobre la blasfemia. ¿Cómo es que llegaron a morir como mártires de la libertad de prensa? Es porque universos de discurso separados y estancos hace tiempo, de ahora en más se comunican. Incluso están imbricados, mientras que lo sagrado de uno y lo “nada sagrado” del otro están en las antípodas. A excepción de rebobinar el film de los tiempos modernos deportando a todas partes a los extranjeros, la cuestión –cuestión de vida o muerte– será saber si el gusto por la risa, el derecho a ridiculizar, la irrespetuosidad iconoclasta, son tan esenciales a nuestro modo de gozar como lo es la sumisión al Uno en la tradición islámica.

En cuanto al debate jurídico, es complejo, y ocupa ahora al conjunto de las democracias occidentales (ver sobre este tema el compendio publicado hace tres meses por la Universidad de California, Profano: Sacrilegious Expression in a Multicultural Word). Todos los años desde 1999, se negocia en la ONU sobre el tema, con la iniciativa de la Organización de la Cooperación islámica. En Alemania, en Austria, en Irlanda, hay leyes que proscriben atentar contra lo sagrado. El Reino Unido esperó hasta el 2008 para dejar de proteger a la Iglesia anglicana de la blasfemia. Francia se distingue por el rigor de su doctrina laica. ¿Por cuánto tiempo más? Esto no está escrito. “¡Hey Francia! Tu café se las pica”.1 ¿Qué es lo que verdaderamente quieres más? ¿Conflicto o compromiso?

 Escrito el jueves 8 de enero de 2015, enviado a la redacción de Le Point a las 11 hs.; publicado en el número especial el sábado 10 de enero
 

Traducción: Silvia Baudini
 
 
1 Nota de traducción: se trata de una anéctoda maliciosa que retoma la expresión vulgar atribuida a Mme. du Barry a Luis XV, el 20 de marzo de 1773, aludiendo a la debilidad de rey y tomando su gusto por preparar el mismo el café; entretenido con ella en sus habitaciones el café se derrama. Al día siguiente toda la corte retoma la frase.